(A Antonio Rodríguez)
No reconoceré la imagen que me busca desde el cristal,
tiene sombras de pájaros mutilados
y rota la boca que me grita su evidente niñez.
-Niñez de muerte sin llanto-.
No, no reconoceré la imagen que me busca desde el cristal.
La calle desnuda que arrastra mis pasos
ya dejó caer de entre sus piernas
al que detuvo por días -milenios-,
con su lengua larga y seca, el deseo.
Pero es inútil pretender el agua de los ataúdes…
¿no estuvieron aquí las venas del rey crucificado?.
La calle desnuda acaba de escurrir su vientre pegajoso,
y gimen sus piernas con la fuerza misma de un gayal.
Yo, con el hueco que dejan los filos enemigos.
Ellos, los violines que lloran, con agua de mar.
Todas las cavas son una, todas las calles son ésta.
Aquí yacen mis alas, entre las copas servidas,
donde con miedo se nace y con miedo se mata.
Aquí donde los cadáveres ya no pudren sus cajas: aquí.
El rubor de la noche besará mis mejillas, yo.
Me visitarán llenos de lágrimas y saliva, ellos.
No. Que no es mía.
No me importa el parto de la mujer infinita,
ni el canto desatado
de las ninfas en las ruedas del mundo.
No me importa estrechar las manos vacías,
prefiero morder el cuerpo fresquísimo
de ese canario degollado.
Que guarden al recién nacido en un saco oscuro,
que callen los cantos y detengan las ruedas.
Que me sirvan al canario con aceite mediterráneo
y que cierren las impotentes manos.
No reconoceré la imagen que me busca desde el cristal.
Se ha puesto lejos el cielo y de luto la tierra
desde que el metal me anunció su llegada.
Ya no masticará dolor mi voz, ni latido mi centro.
"Del vaticinio" poema de Rafael D'Alessio
Versos originales del poemario "Gritango soledad" del año 2000/1,
resurgidos en el año 2007 en el audiolibro "Agudo_oral"
(publicación reeditada en el año 2009).
Ver más versos de Rafael D'Alessio en el blog
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