Con la punta de los dedos acarició la saliva,
la
saliva que era espuma fortuita.
Y tenía un acento ligero en la punta de los dedos,
pero nada dijo cuando llegaron los cuervos.
Antes, un vómito de espermas
llenó el espacio de la cueva.
Antes un grito, y otro aún más suelto.
Despierto y siempre ajeno un movimiento violento;
nada llegó, nada llegó al tiempo, nada nada,
los muros detienen las luces del alba.
Tampoco hablaron las bobinas infinitas,
ni los restos clavados de una vida
como remanso de jilgueros enjaulados,
como muros de rostros cuadrados.
Quebró el único reflejo con la punta de los dedos,
con la punta de los dedos.
Entro arena, arena fina por los ojos abiertos,
y un frío en la sangre por la punta de los dedos.
Se me perdone tanta soledad,
pero nada llega, nada nada, es verdad.
Infidelidad de los muros con dos caras,
lloran y roban las luces del alba.
Rosa marchita en los brazos de la letanía
-las rosas también mueren y resucitan-.
Antes un trago, y otro; ahora el sueño roto
se esconde en la tierra de los locos.
Con la punta de los dedos señaló cien cosas,
cien cosas que rompió sin demora,
con la punta de los dedos, cuando tuvo frío.
Y nada llegaba, nada nada, solo el frío.
No, no tiene. Nada es tan consciente.
No tiene que ser el final la muerte.
Antes un vómito de espermas, y otros.
Antes el ahogo y las grietas del cuero roto.
Nada nada, nada llegaba, sólo los cuervos;
nada más caía de la punta de los dedos.
Poema "Con la punta de los dedos" de Rafael D'Alessio.
Extraído del poemario "Gritango soledad",
esta pieza fue la escogida por el autor para abrir
su audiolibro "Agudo_oral",
publicado por primera vez en el año 2007 y reeditado en el año 2009.
Ver más versos de Rafael D'Alessio en el blog
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Y tenía un acento ligero en la punta de los dedos,
pero nada dijo cuando llegaron los cuervos.
Antes, un vómito de espermas
llenó el espacio de la cueva.
Antes un grito, y otro aún más suelto.
Despierto y siempre ajeno un movimiento violento;
nada llegó, nada llegó al tiempo, nada nada,
los muros detienen las luces del alba.
Tampoco hablaron las bobinas infinitas,
ni los restos clavados de una vida
como remanso de jilgueros enjaulados,
como muros de rostros cuadrados.
Quebró el único reflejo con la punta de los dedos,
con la punta de los dedos.
Entro arena, arena fina por los ojos abiertos,
y un frío en la sangre por la punta de los dedos.
Se me perdone tanta soledad,
pero nada llega, nada nada, es verdad.
Infidelidad de los muros con dos caras,
lloran y roban las luces del alba.
Rosa marchita en los brazos de la letanía
-las rosas también mueren y resucitan-.
Antes un trago, y otro; ahora el sueño roto
se esconde en la tierra de los locos.
Con la punta de los dedos señaló cien cosas,
cien cosas que rompió sin demora,
con la punta de los dedos, cuando tuvo frío.
Y nada llegaba, nada nada, solo el frío.
No, no tiene. Nada es tan consciente.
No tiene que ser el final la muerte.
Antes un vómito de espermas, y otros.
Antes el ahogo y las grietas del cuero roto.
Nada nada, nada llegaba, sólo los cuervos;
nada más caía de la punta de los dedos.
Poema "Con la punta de los dedos" de Rafael D'Alessio.
Extraído del poemario "Gritango soledad",
esta pieza fue la escogida por el autor para abrir
su audiolibro "Agudo_oral",
publicado por primera vez en el año 2007 y reeditado en el año 2009.
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